Anáfora
de Pentecostés(Fiesta de San Marcelino Champagnat)
Te damos gracias, Señor, porque no nos abandonas nunca;
porque al irte nos has regalado tu Espíritu.
Ese Espíritu Paráclito
que nos hace mirar el pasado con gratitud,
vivir el presente con pasión y mirar el futuro con esperanza.
Porque tu Espíritu nos libra de misticismos
dudosos.
Porque es el mismo Espíritu de la encarnación,
que nos lleva a sentir como propios los anhelos,
angustias,
dificultades e ilusiones de la juventud y la niñez.
Un Espíritu que no nos permite huir del mundo
Pero tampoco dejarnos absorber por él.
Un Espíritu que llevó a San Marcelino a ser
fiel a los suyos,
a sus coterráneos necesitados
y que hoy debemos extender a toda la humanidad.
Que el carisma legado por San Marcelino
se enriquezca con los carismas personales
de cada uno de los miembros de la Congregación.
Te bendecimos y damos gracias sobre todo por
Jesucristo,
lo mejor de nuestro mundo,
el hombre espiritual por excelencia,
lleno del Espíritu desde el seno de María.
Por tu Espíritu lo condujiste al desierto
para mostrarnos que es posible vencer la tentación;
con su fuerza predicaba Jesús el Reino,
evangelizando a los pobres, ayudando y fortaleciendo
a todos,
sirviendo y amando,
hasta que El mismo exhaló el Espíritu en la cruz
como el don más precioso concedido al mundo.
Por esto y muchas cosas más que no logramos
expresar,
nos sale del corazón entonar un himno de gratitud,
diciendo:
Santo, Santo es el Señor...
Tú nos aseguras que el Espíritu siendo uno
se expresa de múltiples maneras
porque no es posesión exclusiva de nadie.
En cada cristiano, en cada hermano
se manifiesta con carismas propios
para el bien común de toda la humanidad.
Que ese mismo Espíritu santifique estos dones y
esta comunidad…
Un Espíritu que el evangelio de Juan llama Paráclito
Que en recuerdo creativo de lo que Jesús nos
enseñó,
guía hacia la verdad plena
e inspiración en los momentos de crisis.
Que siempre estemos abiertos a ese Espíritu,
especialmente hoy cuando recordamos a san
Marcelino.
Que revivamos con entusiasmo aquella tarde en que
habiendo amado a los tuyos, como debemos hacerlo
nosotros, los amaste hasta el extremo y
Tomaste
el pan...
Te alabamos por la acción de tu Espíritu en los
profetas,
que lo anunciaron como don interior y universal.
Ayúdanos a ser decididos, generosos y creativos
Para el bien de tantos niños y jóvenes;
para vivir en mayor fidelidad al evangelio.
Que seamos capaces de pensar universalmente
y actuar localmente sintiéndonos un cuerpo
universal
abierto a todos los pueblos, razas y culturas.
Que seamos capaces de sentir,
investigar y descubrir las necesidades
más apremiantes de nuestro prójimo.
Esta gracia la pedimos también para los
responsables de
dirigir tu iglesia, nuestras obras y nuestra
congregación.
Que por esta Eucaristía nos unamos a toda la
humanidad
y seamos pan partido y compartido en comunidad.
Oramos por toda tu iglesia y sus ministros
ordenados y
laicos para que se dejen mover por el Espíritu.
Que la oración, en sus diferentes formas,
nos lleve a la adhesión personal a Cristo
y a la renuncia a nuestros egoísmos.
Que nuestra congregación viva en un continuo Pentecostés.
Que nuestro modo de vivir el evangelio
sea un llamado a muchos jóvenes
a mantener vivo este carisma en nuestra congregación
en bien de tantos niños y jóvenes.
Que el Espíritu que resucitó a Jesús
también nos resucite a nosotros cada día para bien
de los demás.
Que el Espíritu nos dé fuerza
para luchar por la verdad, la justicia y el amor;
luz para comprender a todos; ayuda para servir;
profundidad para amar; paciencia para esperar.
Haznos sensibles a la acción del Espíritu
en el mundo y en la historia.
Ayúdanos a descubrirte en la ciencia, en la cultura,
en el trabajo y en la técnica; en todo empeño humano;
pues todo ello forma parte
del parto de los nuevos
Cielos y la nueva Tierra.
Con tal Espíritu, te decimos,
Por Él, con Él...