CONSEJOS EVANGÉLICOS,
VOTOS RELIGIOSOS.
“Este tesoro lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea bien que ese poder extraordinario procede de Dios y no de nosotros”. 2 de Corintios 4, 7.
Hablemos de la CASTIDAD con
parresia y NO como un tema licencioso o de tabú y que se piensa muchas veces
que es un tema únicamente para sacerdotes o religiosos célibes. La vivencia de
la castidad es para todas y todos, ya sea en la vida matrimonial, la experiencia
de vivir soltero(a) y sobretodo para aquellos que ejercen el sacerdocio o hacen
parte de una comunidad religiosa.
Decir todo y sin miedo, propio de la
parresia, es asumir que somos seres humanos naturalmente sexuados, que existe
la atracción por el otro sexo, que habita en nosotros el “fuego del amor” en
sus expresiones múltiples. Solo cuando se llega a comprender lo valioso que es
la química de nuestro cuerpo lejos del tabú social, cuando veamos la necesidad
de integrar nuestras dinámicas sexuales y cuando nuestras relaciones afectivas
se generan por amor y sin divisiones… llegaremos a entender que el camino de la
castidad es para todos y todas.
Lo que cambia es la diferencia de la
castidad con el celibato. Como consagrados a la vida religiosa hacemos el voto
de castidad en celibato. La sociedad de hoy espera que el ser humano siga su
natural metamorfosis, que es nacer, crecer, reproducirse y morir. Sin embargo,
hay personas que por opciones voluntarias desean una vida sin descendencia, no
porque sean egoístas sino porque quieren donar su vida para otro tipo de
misión. Ya en la época de Jesús era un misterio el celibato, “Porque hay
eunucos que así nacieron desde el seno de su madre, hay eunucos hechos eunucos
por los hombres y hay eunucos que a sí mismos se hicieron eunucos por el reino
de los cielos. El que pueda entender que lo entienda”. 𝐌𝐚𝐭𝐞𝐨 𝟏𝟗, 𝟏𝟐.
Pensemos en la OBEDIENCIA. Cuantas
veces el día a día nos lleva a tomar decisiones para conseguir algo que
deseamos, decisiones para satisfacer nuestras necesidades o simplemente
procedemos a ciertos gustos porque nos nace hacerlo. Vivir en obediencia es más
que seguir ideales propios o ideales de grupos diluidos. Es un proceso que
necesita tiempo para entrar en discernimiento y escuchar la voluntad de Dios,
siendo capaces de renovar nuestras acciones personales afinando nuestras
decisiones en comunidad.
El caminar “obediente”, ayuda a ver la pluralidad
de ideales, a reconocer la responsabilidad de nuestros actos, a entrar en
diálogo común y así no caer fácilmente en miradas verticales e intransigentes
que no permiten hacer caminos auténticos.
A veces, escuchamos que somos responsables de
nuestros propios actos y podemos preguntarnos, ¿qué es lo que realmente quiere
nuestra mente y corazón? Si nos cuestionamos, es ahí cuando entramos a la fase
del discernimiento que, a través de la contemplación, la disponibilidad y el
silencio, facilitan la toma de nuestros actos. Las constituciones, los
estatutos y la Regla de Vida, hacen parte de la vida consagrada y NO verlas
como “leyes” que se deben cumplirlas, sino que estas son para vivirlas
libremente, entendiendo que emanan del evangelio anunciado por Jesús de
Nazaret.
Le llaman POBREZA. Una idea que puede
llevarnos a polarizar el estilo de vida material que existe en la sociedad,
"los que tienen" y "los que NO tienen". Un peligro que
nubla el amor unitario y el encuentro con la diferencia.
Los afortunados que han elegido ser
"pobres" en el espíritu, los lleva a tomar un camino sencillo y
humilde. Vivir un nuevo kénosis no se trata únicamente de ser íntegros con los
bienes materiales sino propiciar estilos de vida sencillos, lejanos del
consumismo y de la "cultura del derroche". Consiste en comprometerse
con el mundo natural y humano, velar por la justicia, estar en salida
itinerante y propiciar encuentros que nos lleve a ser plenamente UNO.
¡Ojo! Vivir el voto de pobreza implica
discernimiento. Ser sencillo y humilde no es sinónimo de vivir
"relajado". A veces confundimos el voto con la expresión "no
tener nada" y llegamos al descuido personal y comunitario. El ponerse el
delantal o el subir las mangas de la camisa hasta el codo, requiere de trabajo
e innovación y no vivir miserablemente.