María, Madre y discípula del
Amor
Madre, hoy queremos llamarte
así,
confiados en tu presencia
entre nosotros.
Nos aferramos a tu regazo esperanzados en ver y vivir
el mundo desde tus ojos.
Inspira en nosotros
los sentimientos maternos de
ternura y comprensión,
con que educaste a tu hijo,
para recrearlos entre todos
como Hermanos.
Queremos hacer de nuestra vida
un sí cotidiano,
impúlsanos en fidelidad,
coherencia y pasión,
para que así nuestro
discipulado,
a ejemplo tuyo, sea alegre y
silencioso
aún en las dudas y las incertidumbres
de nuestra condición humana.
Haz de nuestra vida una
escucha constante
buscando desde allí descubrir
el amor de Dios,
Aquel que se encuentra
al "meditar los acontecimientos
y guardarlos en el corazón"
y nos lleva a gritar jubilosamente
en la intimidad de nuestro
corazón:
"proclama mi alma la
grandeza del Señor"
Amén.
Hno. Francisco Ruiz Hernández,
fms.
Noviciado Interprovincial Marista
La Valla-2017
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