jueves, 13 de septiembre de 2018

NOVICIADO MARISTA 2017-2018

NOVICIADO INTERPROVINCIAL MARISTA LA VALLA

Gratitud al Dios de la vida por brindarme tantas experiencias en la etapa de formación del noviciado. Durante este tiempo de discernimiento y de fe, creo en un Dios de amor que llena mi corazón e ilumina mi vocación. Agradezco al equipo formador, los hermanos José Miguel Caballero Hierro, Juan Carlos Bolaños Viscarra, José Contreras y Enrique Eufracio Ruíz Pérez, hombres que han sido testigos de mi proceso formativo en estos dos años.

También, valoro a aquellas personas que siguen apostando a la vida marista, mis compañeros… mis hermanos. Un tiempo para valorar la gran riqueza cultural que tenemos y que nos abre a caminar como familia global, en un mundo donde nuestro testimonio de vida es un aporte para los niños y jóvenes con quienes tratamos en nuestra misión.

Durante estos dos años de formación he podido escuchar, discernir y dar respuesta clara a la invitación del llamado que Dios me hace y el querer seguir construyendo el proyecto de Jesús de Nazaret, el Maestro. De esta manera, Jesús se convierte para mí como el centro de mi vida, es Él quien motiva a construir su Reino y a proclamar su Buena Noticia, como hermano marista.  

Esta iniciativa de querer ser hermano consagrado también responde a los crecimientos que he podido desarrollar en todas las dimensiones de mi persona. Por este motivo, a partir del acompañamiento y otros medios, he podido clarificar mis motivaciones, descubrir mi carácter sencillo, amable y discreto que me ayuda construir fraternidad; he podido cultivar ritmos de interiorización y oración; hacer presencia cercana entre los niños, adolescentes y jóvenes en el trabajo apostólico de la educación y la catequesis, identificándome cada vez más con el carisma de Marcelino Champagnat.

Tengo la certeza de que así como voy creciendo en lo humano y espiritual, debo continuar profundizando mi vocación. Por eso, soy consciente que mi formación no termina, al contrario, me siento llamado a seguir trabajando de manera sistemática y equilibrada todo lo que compone mi persona y mi querer ser consagrado en la vida marista.

Quiero encomendar este camino de seguimiento a Jesús, en las manos de María. Al igual que el padre Champagnat, ella es para mí “el recurso ordinario”, la mujer que, con sus actitudes maternales, su experiencia de fe como discípula y la que se arriesga sin miedo al plan de Dios, se convierte para mí el ejemplo a seguir a Cristo con libertad y audacia.



Michael Alexander Anamá A.
Medellín-Antioquia (Colombia), 13 de septiembre de 2018.


PRIMERA PROFESIÓN RELIGIOSA

08 de diciembre de 2018.

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