NOVICIADO INTERPROVINCIAL MARISTA LA VALLA
Gratitud al Dios de la vida por
brindarme tantas experiencias en la etapa de formación del noviciado. Durante
este tiempo de discernimiento y de fe, creo en un Dios de amor que llena mi
corazón e ilumina mi vocación. Agradezco al equipo formador, los hermanos José
Miguel Caballero Hierro, Juan Carlos Bolaños Viscarra, José Contreras y Enrique
Eufracio Ruíz Pérez, hombres que han sido testigos de mi proceso formativo en
estos dos años.
También, valoro a aquellas personas que
siguen apostando a la vida marista, mis compañeros… mis hermanos. Un tiempo
para valorar la gran riqueza cultural que tenemos y que nos abre a caminar como
familia global, en un mundo donde nuestro testimonio de vida es un aporte para los
niños y jóvenes con quienes tratamos en nuestra misión.
Durante estos dos años de formación he
podido escuchar, discernir y dar respuesta clara a la invitación del llamado
que Dios me hace y el querer seguir construyendo el proyecto de Jesús de
Nazaret, el Maestro. De esta manera, Jesús se convierte para mí como el centro
de mi vida, es Él quien motiva a construir su Reino y a proclamar su Buena Noticia,
como hermano marista.
Esta iniciativa de querer ser hermano
consagrado también responde a los crecimientos que he podido desarrollar en
todas las dimensiones de mi persona. Por este motivo, a partir del
acompañamiento y otros medios, he podido clarificar mis motivaciones, descubrir
mi carácter sencillo, amable y discreto que me ayuda construir fraternidad; he
podido cultivar ritmos de interiorización y oración; hacer presencia cercana
entre los niños, adolescentes y jóvenes en el trabajo apostólico de la educación
y la catequesis, identificándome cada vez más con el carisma de Marcelino
Champagnat.
Tengo la certeza de que así como voy
creciendo en lo humano y espiritual, debo continuar profundizando mi vocación.
Por eso, soy consciente que mi formación no termina, al contrario, me siento
llamado a seguir trabajando de manera sistemática y equilibrada todo lo que
compone mi persona y mi querer ser consagrado en la vida marista.
Quiero encomendar este camino de
seguimiento a Jesús, en las manos de María. Al igual que el padre Champagnat,
ella es para mí “el recurso ordinario”, la mujer que, con sus actitudes
maternales, su experiencia de fe como discípula y la que se arriesga sin miedo
al plan de Dios, se convierte para mí el ejemplo a seguir a Cristo con libertad
y audacia.
Michael Alexander Anamá A.
Medellín-Antioquia
(Colombia), 13 de septiembre de 2018.
PRIMERA PROFESIÓN RELIGIOSA
08 de diciembre de 2018.