Cada mañana te ofrezco el día, Padre bueno
Cada mañana, al despertar,
te ofrezco el nuevo día, Padre bueno,
Y me entrego en tus manos con alegría y confianza
sabiendo y del rezando desde adentro
que lo importante es buscar el Reino y su justicia;
lo demás lo darás por añadidura.
Ayúdame a vivir este día
abierto a las necesidades de los demás,
haciéndome prójimo de aquellos que necesitan
y cruzan mi camino.
Dame un corazón abierto
sensible a los dolores y a los sufrimientos.
Que me comprometa, decidido,
en la práctica del amor y la justicia.
Que no sienta más seguridades que tú
aliento y tu presencia
en el camino difícil del amor verdadero,
aquel que construye vida y libertad
para es quien se les niega la libertad de hijos de Dios.
Dame hambre y sed de justicia nueva.
Quiero sumarme al trabajo por el Reino
siguiendo tus opciones,
transmitiéndolas con la vida y el ejemplo cotidiano.
Que cada nuevo día sea un paso adelante en el camino al Reino.
No dejes que me atrape
el individualismo descarnado que hoy es moda.
Que no se endurezca mi corazón
con falsas justificaciones y prejuicios.
Que el consumismo y la indiferencia
no ahoguen mis ganas de servir a los demás
en todo tiempo y en todo sitio.
Dame hambre y sed de tu palabra liberadora,
la que sacude desde adentro y cambia la vida
en gestos concretos.
Oraciones para ponerse en camino (pág. 11).
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